miércoles, 20 de abril de 2011

El Nuevo Mundo (IV) Baltimore

Hola nuevamente,

veniamos de Nueva York en un autobus camino a Washington. Paramos en Baltimore para cambiar de autobus. Fuimos a comprar unos bocadillos en la estacion, pero no nos dio tiempo porque el autobus salio antes de lo que creiamos.

Y eso fue todo lo que paso en Baltimore.

domingo, 17 de abril de 2011

El Nuevo Mundo (III) Toronto

Hola nuevamente,
Pues ya estamos en Toronto!! No veas la suerte que tuvimos con este hotel. Céntrico, moderno, relativamente barato, tranquilo, con la parada del autobús al aeropuerto al lado de la puerta. No podíamos pedirle más al sonriente chinito de la recepción. Además teníamos una habitación en todo lo alto con lo que además las vistas eran buenas.
Teníamos mucha hambre, así que después de dejar las maletas nos dirigimos hacia un restaurante oriental llamado Spring Rolls, donde nos comimos una suculenta cena con rollitos de mango y pollo estilo chino. Y poco mas, luego nos fuimos a la cama.
Nos despertamos también con hambre y nos fuimos a desayunar a un Johny Rocket, un restaurante cercano al hotel, donde nos desayunamos unos sándwiches de pollo y bacon con patatas fritas. El camarero nos dibujo en un plato una sonrisita con el tubo del kétchup. Mirando a la cara sonriente de kétchup mientras nos comíamos los sándwiches recién hechos con un enorme batido de chocolate y una montana de patatas fritas, me dio por pensar qué grande es América.
En fin, después de este breve pero intenso momento de felicidad alimenticio, decidimos coger un autobús turístico para ver la ciudad. Un minibús pequeñito nos recogió a la puerta de la oficina de información turística. Solamente había otra pareja más en el autobús y eran españoles, que cosas. De Madrid, para más señas.
El minibús turístico de Toronto llevaba consigo un simpático guía canadiense  que nos fue explicando cada cosa según pasábamos. Nos recomendó que no nos perdiésemos el museo del zapato de Toronto, visita obligada para el turista que no quisiera perderse los calcetines de Napoleón o las primeras botas para ir a la luna. También nos hablo del ayuntamiento o del putinée, plato típico oficial canadiense, consistente de patatas fritas, salsa de carne y queso fundido por encima, todo llevado al horno. Delicioso. Aparte de eso y según el guía, para canadizar cualquier plato solo hay que echarle queso y bacon por encima. Ejemplo: la típica tarta de manzana americana. Para hacerla canadiense le pones queso fundido encima y ya está. Además, así, aumentas el contenido en proteínas y revalorizas el valor nutricional.
Nos bajamos del minibús turístico de Toronto en Casa Loma, un castillito del siglo XIX, propiedad de un tipo raro con aires de grandeza canadiense, también del siglo XIX (y principios del XX). Se daba la circunstancia que estaban rodando una película en el castillo y había actores y demás farándula. Que conste que aun así y con todo, el castillito nos gusto mucho. Incluso fuimos por unos túneles que daban a otro castillito dos manzanas más abajo. En realidad, más que un segundo castillito, eran los establos del primer castillito.
Al salir de Casa Loma, me dio por jugar con un pequeño cono de tráfico que había a la salida. Craso error. Al poco, emergió lo que he dado en llamar la siniestra figura del guardián de los conos. Un tiparraco con malas pulgas se apresuro a gritarme que dejara el cono con el resto de ellos y no vacilo en colocarse al lado de los mismos, no sea que yo me diese al tráfico ilegal de conos. No nos dejo echar ninguna foto (nos prohibió expresamente fotografiar los conos o el cartel de Silencio se rueda que había al lado de ellos) y acto seguido fue a chivarse a uno de seguridad. Yo ya me veía cumpliendo condena por jugar con un cono de tráfico. A Dios gracias que el de seguridad no le echo muchas cuentas al guardián de los conos y en eso quedo la cosa. Así que ya sabéis todos los que leáis esta historia. Si vas a Canadá, no juegues con los conos.
En fin, cogimos de vuelta el bus turístico y nos bajamos al lado de un gran centro comercial y aquello hizo las delicias de la Isa, que se puso loca con tanta tienda y tanta oportunidad para comprar cosméticos a precio de saldo canadiense.
Desde el desayuno con cara feliz de kétchup no habíamos papeado nada, así que nos pusimos a buscar un buen restaurante y dimos con uno en otro centro comercial que estaba cercano al hotel. No me acuerdo del nombre del mismo pero sí que tenía un libro en vez de carta de menú. Tan grande era el menú de este restaurante que incluso las páginas del libraco contenían publicidad de otras cosas.
En fin, nos fuimos de nuevo a nuestro hotel y nos quedamos durmiendo viendo dibujitos. Al día siguiente nos subimos a la torre CN de Toronto y después nos bajamos. Es lo que tenia este viaje, que cuando veíamos una torre o edificio alto nos teníamos que subir. Cabe decir que la torre CN es la más alta del mundo, más que el Empire State o la torre del Salvador.
Aun nos dio tiempo de visitar el mercado de Saint Lawrence, donde vendían distintas comidas internacionales, como por ejemplo, mozzarellas italianas o jamones de Jabugo.
Eso si, antes de entrar en el mercado, paramos para comer en un Wendy's, la mejor cadena de hamburgueserias del planeta Tierra. No se si alguno de vosotros ha tenido alguna vez la oportunidad de comer una hamburguesa de forma cuadrada de las que sirven en Wendy's. Uno parece tener sentimientos cuando come una de estas hamburguesas. Al primer mordisco, sientes que quieres dejar el trabajo, casarte, tener hijos... es una experiencia extrasensorial, sin duda alguna. Acabare el apartado gastronomico de Canada, mencionando que este Wendy's se encontraba al lado de un Tim Horton's, la cadena de comida rapida mas grande y extensa de Canada, donde sirven cinco cosas fundamentale en la dieta del canadiense medio: cafes, donuts, sandwiches y dos cosas mas que no me acuerdo. No llegamos a entrar en un Tim Horton's en Canada. Lo hicimos en Nueva York, donde me tome un cafe y un donut. Sin lugar a contemplaciones, los canadienses pueden estar orgullosos de su cocina, reconocida internacionalmente.
Y poco mas, nos volvimos al hotel y de allí cogimos el bus al aeropuerto. Y aunque llegamos a tiempo, menos mal que el vuelo salió con retraso porque solo para pasar por la cola de la aduana de los EEUU, ya nos tiramos dos horas. Que stress, madre mía. Al final, pudimos coger el avión y aunque a mí me toco sentarme con un tío gordo al lado, al final llegamos sanos y salvos de nuevo a Nueva York.
Aquella noche en Nueva York, cogimos un autobús desde el aeropuerto hasta Central Station y allí Isa se puso a hacer fotos como una loca. Y luego nos fuimos al hotel, aunque por culpa mía, tardamos algo más de lo normal porque me equivoque de estación.
Ya en el hotel, los muy desgraciados nos volvieron a poner en una habitación que daba a la calle y esta vez, no había manera de apagar el radiador que no paraba de hacer ruido. Vamos, que casi no dormimos nada y al día siguiente nos tuvimos que levantar temprano para ir a Washington DC.
La liamos parda para que nos cambiasen de habitación y nos pusimos camino de la estación de Port Authority para coger nuestro autobús a la capital de los EEUU. El conductor era un tío gorrrdo, gorrrdo que parecía que iba a tener un ataque de corazón según hablaba, pero para fortuna nuestra no le paso nada y pudo llevarnos hasta la ciudad de Baltimore sin ningún problema.
Y digo Baltimore, porque era allí donde teníamos que cambiar de línea para finalmente llegar a Washington.
Del viaje en autobús recuerdo que había unos italianos que no paraban de hablar a gritos (típico de los transalpinos, por otra parte) y un señor que eructaba todo el rato. También había otro señor intentando ligar con una jovenzuela portorriqueña. Con cosas así, el viaje paso rápido.

En fin, este es el fin de la tercera parte de mi viaje. En el siguiente episodio hablare de Baltimore y  de todo lo que allí nos paso.

martes, 12 de abril de 2011

El Nuevo Mundo (II) Las cataratas del Niagara

Bueno, pues ya estamos en el avión de camino a Toronto (Canadá). Para no perder tiempo en demasía, decidimos llamar a un taxi desde el hotel, porque esta vez no volábamos desde JFK sino desde Newark, que es un aeropuerto que está en Nueva Jersey, en un estado distinto a Nueva York. Está al lado, eso sí, pero hay que salirse de Manhattan y meterse en Nueva Jersey. Un follonasco, vaya. En fin, un simpático taxista portorriqueño fan de Raphael nos llevo hasta Newark y allí facturamos las maletas y después nos fuimos a desayunar, una vez pasado el control de seguridad, al Currito Cantina, un restaurante mexicano. Nos tomamos quesadillas y un "El Burrito Grande". Delicioso.
Tras una hora de vuelo aterrizamos en el aeropuerto de Toronto y de allí cogimos un minibús hacia las cataratas del Niágara. El conductor era muy simpático, era fan del Liverpool, odiaba a Fernando Torres y nos iba explicando cosas durante el trayecto. Muy majete el señor conductor, pero no se callaba ni debajo del agua.
He de admitir que vivimos un momento de pánico cuando nuestro taxista parlanchín nos dejo en el hotel porque creiamos estar en el sitio equivocado. Nada más alejado de la realidad, lo que ocurría es que el hotel Sheraton Niágara Falls estaba bajo nueva dirección y en la última semana se había rebautizado como Marriott Niágara Falls.
Tuvimos otro momento de pánico cuando la chavala tan majeta de la recepción nos dijo que no teníamos reserva. Nada más alejado de la realidad, lo que pasa es que estaba registrado como Míster Moreno y no como Míster González (la próxima vez hago la reserva como Míster España y según me vean seguro que me reconocen). Pues nada, todo contentos y ufanos nos fuimos a nuestra suite superior de lujo q.t.c. (= que te cagas) en el piso 31 (menos mal que había ascensor) con vistas a las cataratas. Y menudas vistas. Casi ni salimos del hotel. Hombre, si algo de malo tenia nuestra suit superior es que, siendo temporada baja, no la debía haber ocupado nadie durante mucho tiempo y se notaba porque al principio, el agua de la ducha salía marrón (ganas nos dieron de ducharnos bajo las cataratas) y los sobrecitos con leche para el te tenían la leche solidificada. Por lo demás, la habitación y el hotel nos gustaron mucho, tenia gimnasio, piscina y no sé cuantas cosas más. Y como lo primero es lo primero nos fuimos a comer a un Friday's (si todavía no sabes lo que es un Friday's mira mi post anterior) y nos tomamos unas sopitas y más tarde yo me comí un costillar tremebundo con salsa barbacoa y patatas a discreción. Isa se comió un filete muy rico.
Nos fuimos a ver las cataratas más de cerca y después se nos ocurrió dar una vuelta por los alrededores. Y los alrededores están llenos de hoteles, restaurantes, cines y casinos. Decidimos meternos en el casino principal de Niágara y fue una experiencia aterradora de devastadoras consecuencias. Según entramos en la sala de las maquinitas, a Isa se le ocurrió pedirme una moneda de 25 centavos de dólar canadiense, solo para probar suerte. Le di la cartera con los fondos para el viaje y me fui a dar una vuelta a ver las mesas de blackjack (por cierto, estaban llenas de chinos) y cuando me quise dar cuenta, Isa se estaba gastando todo nuestro dinero, había perdido el control y se había convertido en una ludópata de miedo. Como seria la cosa que tuvimos que pedir ayuda al número de la asociación de ludópatas anónimos de Toronto que había en todas las tragaperras. Gracias a Dios que Isa empezó la rehabilitación y ahora se encuentra curada, siempre y cuando la tenga alejada de casinos y tragaperras.
Después de este trance, nos tomamos un café en un Starbucks y más tarde nos fuimos al hotel a seguir mirando las cataratas como dos bobos y luego nos quedamos dormidos viendo dibujitos en la tele y oyendo el murmullo de las cataratas al fondo. He de añadir que yo esa noche tuve una pesadilla, soñé que a nuestra vuelta a Nueva York, la ciudad se hundía en el océano. Evidentemente, no fue un sueño premonitorio, entre otras cosas porque ahora mismo estoy escribiendo estas tontunas, y segundo, porque una noticia de tal envergadura no pasaría inadvertida en los medios de comunicación. Seguramente, mi pesadilla se debió a la mala y lenta digestión del costillar tremebundo que me había comido unas horas antes. Pero que rico estaba.
Al día siguiente, me levante un poco constipado y que mejor ocasión para visitar una farmacia canadiense que esta. Tuvimos que desplazarnos a la zona residencial de la ciudad de Niágara y tras unos 20 minutos andando, al final dimos con una botica. La farmacia ciertamente estaba muy bien, podías encontrar de todo, incluso podías comprar agua mineral a granel. En que farmacia del mundo se puede hacer esto? Donde si no, en Canadá? En fin, allí me compre algo parecido al Frenadol y seguimos p'alante.
Entramos en una tienda de suvenires donde nos quisieron vender un colgante con una piedra preciosa que ya esta extinguida por varios cientos de dólares. En su lugar compramos unos llaveros que son igual de bonitos y costaban menos.
Nos fuimos a comer a la Skylon Tower (la Torre escailon) que es como el pirulí de TVE y en lo alto tienen un restaurante que da vueltas y tienes unas vistas de las cataratas muy buenas (no tanto como las que teníamos en nuestra suite superior de lujo q.t.c., pero aquí además te daban de comer).
Y una vez hecho esto tuvimos otro momento de pánico, esta vez elevado a la quinta potencia. Nos disponíamos a coger un taxi para ir a la estación de autobuses y de allí coger un bus a Toronto. Como no disponíamos de efectivo para pagar la carrera (entre otros motivos porque Isa se había gastado todo el dinero en el casino) empezamos a probar distintos cajeros, de distintas tiendas , hoteles y casinos y todas las veces, todas nuestras tarjetas, de distintos bancos, ingleses o españoles, eran rechazadas. Así las cosas, estábamos abocados a quedarnos en Niágara. Incluso nos planteamos la opción de echar un currículo en la farmacia donde vendían agua a granel. Al final, vimos un puesto de cambio de moneda y decidimos canjear los dólares americanos que teníamos por canadienses. No conseguimos un buen cambio, pero estábamos desesperados, era eso o vender agua mineral a granel en la farmacia del Niágara por el resto de nuestras vidas, así que conseguimos divisa canadiense, agarramos una nave (o sea, un taxi) y nos plantamos en la estación de autobuses del Niágara justito justito a tiempo de perder el autobús de las 17:45. Total, que hasta las siete y media no salía ninguno. Pues nada, alli nos quedamos esperando. Un tipo con cara de loco nos pidió que le dejásemos un cargador para el móvil mientras esperábamos.
Al final, después de casi dos horas de espera y unas cuantas revistas y el tipo del cargador mirándonos con una sonrisa siniestra, llego la conductora del autobús a Toronto, que era descendiente directa de Toro Sentado (o si no lo era, lo parecía). Toro Sentado nos llevo hasta Toronto con una conducción bastante temeraria, pero llegamos sanos y salvos.
Nuevamente, el pánico y el sudor frio se apoderaron de nuestros cuerpos al llegar a la estación central de Toronto. Eran casi las diez de la noche, Toronto es una ciudad enorme, no teníamos mapa, estábamos perdidos y no teníamos idea alguna de donde estaba el hotel. Además yo me estaba haciendo pis y no había baños públicos en la estación.
Pero esta vez, la Diosa Fortuna se puso de nuestro lado y el hotel resulto estar solo a unos minutos andando. Menos mal, porque teníamos un cansancio y yo ya tenía el meao en la punta...
Y hasta aquí todo de las cataratas. En la siguiente entrada, Toronto y los canadienses.

To be continued.

martes, 5 de abril de 2011

El Nuevo Mundo (I)

Hola a todo el mundo,
Hace escasas horas, aterrice en el aeropuerto londinense de Heathrow procedente del aerodromo JFK de Nueva York.
He pasado junto a la Isa los últimos diez días de mi vida en el Nuevo Mundo, visitando distintos parajes de los EEUU y Canada.
Voy a intentar hacer un breve resumen de lo que ha pasado en estos días y digo breve porque luego la gente dice que es un horror leer las entradas de mi supermegablog. Bueno, pues empiezo…
En camino
El dia 25 de marzo salimos de Ipswich con destino a Londres Heathrow para pasar allí la noche porque al dia siguiente tempranito cogeríamos el vuelo a JFK. Pasamos la noche en un Holiday Inn, que dicho sea de paso, fue uno de los mejores hoteles del viaje (y el mas barato también). Ademas, me hicieron miembro del premier Club de los hoteles Holiday Inn y eso me hizo sentir muy muy feliz. Ahora puedo coleccionar puntos cada vez que pase una noche en un Hotel Holiday Inn y tengo un carnet violeta mas chulo…
Pero bueno, la cosa es que dormimos muy requetebién y al dia siguiente ya estábamos en el avión de la compañía Delta en rumbo a Nueva York. El viaje estuvo muy bien, se hizo muy rápido, entre otras cosas porque nos dieron comida gratis y pudimos ver películas en el avión (también gratis). Asi que me puse a mirar lo que había en el menú de películas y me decante por ver Inception (con Leonardo di Caprio) y luego Scott Pilgrim contra el mundo (esta ultima es una MIERDA DE PELICULA, ni se os ocurra siquiera bajárosla en Internet, es mala de coj…).
Pues nada, en un periquete ya estábamos en el aeropuerto de Nueva York y ahora había que pasar el control de seguridad y pasar la aduana de los EEUU. Dos veces he estado en Nueva York y dos veces me han hecho pasar por el mismo tramite. Una vez que paso por el oficial de inmigración, me llevan a un cuarto siniestro para que un policía con malas pulgas le eche un segundo vistazo a mi pasaporte. Y digo siniestro porque esta lleno de posters en la pared con números de embajadas sudamericanas, consulados y abogados por si has cometido un delito. Incluso esta vez había un poli leyéndole los derechos a otro individuo y otro mas registrándole la maleta a otro. Antes de entrar en esta especie de purgatorio inmigratorio, un poli mas simpatico y mas gordo me aclaro que esto lo hacen porque tengo un apellido muy sospechoso. Asi las cosas, parece ser que Gonzalez es un apellido peligroso. Trate de explicarles por activa y pasiva que no estaba relacionado con Felipe Gonzalez ni con su pasado delictivo en los GAL y otras corruptelas de nuestro expresidente pero fue en vano. Al final, el poli con malas pulgas le echo un vistazo al pasaporte ,me pregunto unas cuantas cosas y me dejaron en libertad, cuando yo ya estaba temiendo un examen corporal completo.
Ya estamos en Nueva York
Menudo cabreo pillo la Isa, que pensó que ya me había ido a Nueva York de picos pardos sin ella o que estaba en el servicio sin haberla dicho nada. En fin, salió el equipaje y lo primero que hicimos en la capital del mundo fue perdernos por el metro. En realidad no nos perdimos, lo que pasa es que habían cerrado alguna que otra línea y tuvimos que dar un rodeo de tres pares de narices. Nos recorrimos, Brooklin, Queens, parte del Bronx y Nueva Jersey hasta llegar al hotel.
Nos hospedamos, para nuestra desgracia, en el hotel Sohotel, que se encontraba entre los barrios de Chinatown, la piccola Italia y el Soho. No me malinterpretéis, el hotel no estaba mal del todo, la decoración era buena, los servicios estaban limpios, las camas eran comodas, pero desafortunadamente nuestro habitáculo daba a la calle mas concurrida de Chinatown, piccola Italia, el Soho y Massachusetts junta. A esto había que anadir que el radiador hacia un ruido terrible, parecía tirarse pedos todo el rato. En fin, a pesar de nuestra mala suerte y como somos un poco tontitos se nos ocurrió darle 10 dolares de propina al pollo que nos subió las maletas. Consecuencia: al poco teníamos en la puerta de la habitación a todo el staff del Sohotel trayéndonos toda suerte de agasajos, como botellas de agua mineral, caramelos una bolsa de regalo, a ver si les caia algo. Les propusimos que se repartieran los 10 dolares que dimos al anterior entre todos.
Mas tarde, para aprovechar el resto del dia nos fuimos al Empire State, a fin de disfrutar de las vistas.  Y como por desgracia seguíamos siendo tontitos, se nos apareció un pavo en la calle que nos ofreció un Empire State ticket todo incluido y fuimos y se los compramos a modico precio de $100. Y todo para que aparte de subirnos arribota del todo, nos pusieran una película antes. Lo dicho, que somos tontitos. La película en cuestión era en una sala con asientos que se movían y casi echamos la papilla. Despues nos subimos al observatorio, cuando ya era casi de noche, por tontitos. Y la cosa es que hacia un frio de narices y un viento atronador. Entre que tenia el desayuno en la garganta por culpa de los asientos móviles, el frio y el mal de altura a punto estuve de soltar un regalo a los neoyorquinos desde lo alto del Empire State. Ademas, entre vosotros y yo, si podeis, id al Rockefeller Center, que aunque es un poco mas bajo, las vistas son mejores. Mas tarde, nos iríamos a cenar al mas lujoso y glamuroso restaurante que podais imaginar, el McDonalds de Times Square.
New York, New York
Que bonito es Nueva York. Y que lastima que seamos tan tontitos, de verdad. Al dia siguiente, nada mas recién levantados, compramos en recepción las entradas para el autobús turístico de Nueva York. Nos perdimos nuevamente en Broadway buscando la parada del autobús. Y que frio que pasamos, madre mia. Y lo peor es que cuando al final encontramos la parada y vino el autobús, nos dimos cuenta que habíamos comprado solo una reserva y nos tuvimos que parar en otra para acabar de pagar el billete. Que listos semos! Pues nada, al final nos embarcamos en el bus turístico y empezamos a ver la ciudad. Estuvimos montados hasta llegar a Central Park y mas tarde nos fuimos a comer a un restaurante económico donce nos comimos unos paninis muy ricos. Vuelta al autobús. Nos bajamos en Time Square y encontramos algo verdaderamente precioso: la tienda de los M&Ms (los emanems, eso que son como los lacasitos). Toda una tienda de tres plantas donde puedes encontrarte lacasitos de todos los colores y cualquier chorrada con un lacasito como protagonista. Ademas, los vendedores vestían con los colores de los lacasitos y cantaban y bailaban y todo el mundo era feliz. Despues, seguimos dando vueltecillas por Times Square y finalmente volvimos a nuestro hotel, no sin antes cenar en uno de los restaurantes de Little Italy, La Grotta Azzurra.
Al dia siguiente, nos fuimos dispuestos a subirnos a la Estatua de la Libertad, pero como ya he explicado antes, somos algo tontitos y no dimos con que había que estar realmente temprano para comprar los tickets. Conclusion: nos quedamos sin ir a Liberty island o Ellis Island y acabamos cogiendo el ferry a Staten Island para tomar una buena vista de la estatua. Despues cogimos el bus turístico y vimos Brooklin y mas cositas hasta llegar al Rockefeller Plaza. Alli nos bajaríamos e iríamos a comer a otro restaurante de postin, el Fridays (una especie de Vips) y nos tomamos unos filetacos de salmon y de ternera la mar de ricos y tamano casa.
Despues nos fuimos a ver el Rockefeller center y después la catedral de San Patricio y finalmente nos encaminamos hacia Macy’s. Ojo, no confundir con Macy, la famosa fabrica de pinturas de La Roda (Albacete). Aunque es mucho menos conocida, Macy’s son unos grandes almacenes en la Gran Manzana (yo pienso que El Corte Ingles, Harrods o incluso la anteriormente mencionada fabrica de pinturas están mejor). Aun asi, Macy’s esta muy bien, incluso tienen dos Starbucks y un McDonalds dentro del edificio y escalera mecanicas de madera. Alli compramos regalos y a mi me dio un ataque de alergia con las flores que adornan toda la primera planta.
Y después de Macy’s no hicimos mucho mas, nos fuimos al hotel que al dia siguiente pusimos rumbo a tierras canadienses.
(To be continued)