domingo, 28 de octubre de 2012

Bolonia Mayo 2010

Muy buenas a todo el mundo,

 esta es mi experiencia sobre mi viaje a Bolonia,

Que por que Bolonia y no Castelgandolfo? Bueno, basicamente por una promocion de Ryanair, pero sobre todo porque Bolonia es, junto a Parma, una de las capitales de la cocina italiana. Ahora os preguntareis, es que siempre que viajais lo haceis por motivos gastronomicos? Es dificil encontrar respuesta a esta pregunta. Lo cierto es que la cocina italiana nos gusta mas que a un tonto una tiza y tras la buenisima experiencia de nuestra semana en Italia (especialmente en la Toscana), decidimos probar suerte en Bolonia.
Este viaje lo hicimos un fin de semana de mayo. Salimos una vez mas del aeropuerto de Stansted temprano un sabado por la mañana, para llegar antes del mediodia al aeropuerto Marconi de Bolonia. Para poder llegar hasta el centro habia que coger un autobus que costaba cinco euros por cabeza, pero no fue necesario pagar. Cuando llegamos, el conductor se estaba echando un cigarro fuera del autobus y nos dijo que pasasemos, que ya pagariamos luego. Pero nadie nos pidio el dinero y al final del trayecto, cuando nos acercamos a pagarle, nos dijo que no nos preocupasemos. Bueno, pues nada, diez euros mas para pasta y pizza. Isa y yo llegamos a la conclusion de que se trataba de un funcionario explotado cabreado con Berlusconi y con las mafias que controlan la administracion publica italiana. Asi las cosas, decidimos marcharnos pronto, no fuera que se arrepintiera y nos extorsionase cobrandonos el doble.
Para no perder la costumbre y nada mas bajar del autobus, nos entraria el panico, porque estaba lloviendo a mas no poder y porque no sabiamos a ciencia cierta donde estaba nuestro hotel. Menos mal que la buena orientacion de Isa nos haria llegar pronto para poder dejar el equipaje.


Si alguna vez vais a Bolonia, id al hotel Il Guercino. Nos quedamos bastante contentos con el. Muy centrico, relativamente nuevo, comodo, tranquilo, el personal muy amable (y con los que pude practicar italiano). No salio, ademas, demasiado caro, teniendo en cuenta que lo reservamos el viernes antes de salir de viaje, por temor a que las cenizas volcanicas no nos dejaran salir y perdiesemos el dinero de la reserva. Vamos, que nos gusto mucho. Un hotel con mucha personalidad.

Despues de dejar las cosas y sacar los paraguas de las mochilas, nos pusimos a ver la ciudad. Lo primero que vimos fue una estatua muy bonita con una escalinata al lado de la estacion. Luego nos fuimos por unos soportales (Bolonia esta llena de porticos o soportales, algo tremendamente util cuando llueve, por cierto) hasta llegar al centro historico de la ciudad. Antes de eso, tuvimos ocasion de ver algunas de las iglesias de Bolonia, a cual mas bonita.

Al llegar al centro, vimos la catedral de san Pedro y despues nos entro la gana de comer y nos fuimos a buscar un buen resturante por el centro. No tardamos mucho en encontrar uno, como era de esperar y comimos tagliolini de salmon, jamon de Parma con mozzarella freca, torteloni y un vaso de Chianti.

Despues de tan espectacular banquetazo, decidimos quemar las calorias subiendonos a la torre Asinelli. Bolonia tiene dos torres (como el pueblo de Mar) muy famosas, una de ellas inclinada (incluso un poco mas que la de Pisa) y subirse a lo alto de ella cuesta tres euros (mas el esfuerzo de no se cuantos pisos). Advierto al que quiera subirse a esta torre que es muy alta y que los escalones no parecen acabarse nunca. Alli nos encontramos con unos de Jaen que iban tambien con la lengua fuera. Los de Jaen es que estan por todas partes.

Pero lo cierto es que, aun con el dia tan malo que hizo, merecio la pena subir porque las vistas lo valian (y los de Jaen eran muy majos).

Mas tarde, fuimos a ver la plaza maggiore y la basilica de San Petronio, que es de lo mas bonito que tiene la ciudad. San Petronio, es, por cierto, el nombre del patron de Bolonia.

La iglesia de San Petronio, en la Piazza Maggiore, pretendía ser mayor que la de San Pedro de Roma, pero el Papa obligó a que se dejara inacabada. Este templo preside la Piazza Maggiore, y segun dicen, es el quinto templo más grande del mundo. Es una iglesia gótica, y destaca por su inacabada fachada de mármol rojo y blanco. Curiosamente, a pesar de estar dedicada a él, el patrón de Bolonia no descansa allí, sino en la iglesia de Santo Stefano, situada en la Plaza de Santo Stefano, que también se conoce como las Siete Iglesias.
La Basílica de San Petronio, iniciada en 1390, fue un símbolo del poder religioso local. En su fachada se encuentra la Porta Magna, con valiosos relieves.
Frente a San Petronio, el elegante Palazzo de la Podestà esconde en sus entrañas renacentistas un secreto ya que, en un ángulo de sus paredes, se crea un extraño efecto de resonancia que permite susurrar palabras que pueden escucharse a distancia sin tener que alzar la voz. El Palazzo del Podestà era la antigua residencia del gobernador y, desde sus pórticos, hay una bonita vista de la fuente de Neptuno.

Despues vimos la mencionada estatua de Neptuno, al lado de la basilica y mas tarde nos pusimos a callejear un poco. De camino al hotel, nos paramos en una tienda de deportes a ver zapatillas. Isa no pudo resistirse al encanto de unas nuevas zapatillas de diseño y decidio comprarlas a un precio razonable.

Y lo contenta que se quedo fue como el anuncio de Mastercard: no tuvo precio.

En fin, llegamos al hotel para poder coger la habitacion, ya que antes no estaba disponible y tuvimos que dejar las cosas en la habitacion de las maletas. Descansamos un poco, vimos un poco el 50x15 italiano y bajamos para preguntar en recepcion un buen sitio para cenar. Nos recomendaron varios sitios, pero nos decidimos por una pizzeria cercana al hotel, porque estaba diluviando y porque seguiamos estando cansados.

Recuerdo que cenamos una pizza quattro formaggi, spaghetti alla matriciana, insalata capresse con pommodoro i mozzarella y un flan de almendras de postre. Ah, y un vaso de Chianti.

Eso fue todo el sabado. Nos fuimos al hotel esperando al nuevo dia. El domingo, al levantarme, sufri un percance en la ducha. Este hotel disponia de ducha de hidromasaje, para entendernos, un habitaculo con grifos a todos lados. Cuando fui a abrir la botella del gel, uno de los grifos se puso a echar agua a chorro, me dio en la mano y el gel salio disparado de mis manos hacia mi ojo izquierdo a la velocidad de la luz. Un poco mas y por culpa del hidromasaje de los c... acabo en el ospedale di Bolonia con un ojo tuerto. Al final, me aclare bien y la cosa no paso a mayores, pero fue una experiencia dramatica que me ha hecho odiar el hidromasaje y la madre que lo pario.

Decidimos salir bien abrigaditos del hotel, para no pasar frio y no mojarnos, pero justo al dar unos cuantos pasos fuera, caimos en la cuenta de que hacia un dia esplendido, soleado y calido y que nos sobraban dos capas de ropa por lo menos.Y como no caimos en dar la vuelta al hotel para dejar las cosas, estuvimos como dos ceporros cargando todo el dia con los jerseys y chaquetas sobrantes.

Como el desayuno no estaba incluido en la estancia, nos fuimos al centro a por un helado. El helado (o gelatto en italiano) fue posiblemente el segundo motivo por el que viajamos a Italia, despues de la comida. Asi las cosas, adquirimos un gelatto di straciatella camino al centro y decidimos perdernos un rato en el entramado de callejuelas medievales, donde habia muchos puestos de comida y otras cosas. Son calles populares inundadas de olores, gritos, gentes, puestos con las mejores frutas y verduras, generosas pescaderías y carnicerías, panaderías artesanales y tiendas donde se vende pasta fresca hecha a mano y deliciosos salumi (embutidos) como los tamborini.

Despues de esto, empezamos a apurarnos porque nos entro hambre nuevamente (despues de ver tanta comida) y nos pusimos a callejear nuevamente en busca de un restaurante. Nos pusimos un tanto nerviosos al no encontrar un restaurante de nuestro gusto. Ademas, empezaba a hacerse tarde y temiamos acabar en el McDonalds y finalmente nos metimos en una trattoria de no muy buen aspecto en una calle centrica para no quedarnos sin comer.

Sin embargo, cual seria nuestra sorpresa cuando vimos que en este sitio se podia comer mejor que en otros sitios que ya habiamos estado y ademas a muy buen precio. Tuvimos la suerte de encontrar tortellacci (aqui nuestro viaje empezo a tomar sentido) con setas, gnochi alla gorgonzola, insalata di mozzarella y nuevamente spaghetti alla matriciana. Y un vaso de Chianti.





Despues, nos fuimos a dar una vuelta y fuimos a dar con la estacion. Por curiosidad entramos a ver cuanto costaba un billete a Modena y como no era caro y habia trenes con bastante frecuencia, decidimos comprar un ticket de ida y vuelta para acabar nuestro viaje viendo otro sitio.